30.1.10

“Cuestión de honor” por Paola Morales (opción a)

Aún no me envuelven, pero el momento parece inevitable. Pensar que todo se debió, podría apostártelo, a la mujer esa que es como una sombra, pero de ésas que molestan, que uno quisiera que no le siguieran, pero que siempre lo logran con ¡tanta gracia! ¿Será que éstas como cenizas que comienzan a caer son su pequeño esqueleto hecho polvo?, otra vez lo está haciendo ¡y con tanta naturalidad! Siempre me molestó tanto, ya ves que siempre te lo decía, pero ahora ya es historia.

La sonrisa que desliza la ironía me obliga a disfrutar el saber que ya no alcanzaré a verte en ese mostrador de aerolínea de bajo costo en el cual quedamos, pero ahora te tendré todo para mí, tal y como me hubiera gustado recordarte, ya sabes eso de la sombra incómoda. Es mejor así, nos quedaremos con las ideas menos sinceras que nos hicimos de nosotros mismos. Siempre es así, dejándonos llevar en ese pensar sin descanso que no para ni en las cosas más absurdas. Sé que ni siquiera podrás leer esto, porque cuando ellas me tomen se habrá acabado todo. Nunca fue lo que decías que pensabas, sé que hice lo debido y aún aquí no te hablaré de mis verdaderos sentimientos, aún en esta última franja pretendo ganar. Y a pesar de todo, seguiré dándote esa simulación del amor, que me hizo más mal que bien, dentro de los siguientes siete minutos. Cuando lleguen hasta mí, la reacción química de oxidación terminará de desprender lo que yo no pude. Siento una alegría malsana al pensar que lo peor te lo vas a quedar tú. Te lo dije, he ganado.

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