25.1.10

Laureano Debat (Opción B)

Artículo

Aunque éste era un buen arranque. “Fundar una religión es fácil, eso lo sabe cualquier idiota. Solo hace falta tener una idea lo suficientemente extraña como para resultar cautivante y lo suficientemente vaga como para resultar irrefutable”.
El recorte de periódico que tanto le había llamado la atención seguía colgado en la pared. Poco importaba el cúmulo cada vez más sustancioso, casi monumental, de papeles, libros y botellas, que lo iban tapando paulatinamente. Podía recitarlo de memoria. Jammal Baption y otros cuatro haitianos harapientos del barrio Liberty City de Miami habían intentado estafar a Ben Laden, haciéndose pasar por una secta islamista dispuesta a todo para salvaguardar el nombre del profeta Mahoma.
Pasaron dos horas muertas desde que decidió el comienzo, pero muy poco podía hacer para recordar cuanto tiempo había transcurrido desde la publicación de la noticia (no tomó el recaudo de recortar también la fecha y en internet no lograba encontrar nada). Esteban ya estaría en la redacción, con su barba mal afeitada y su seguridad deportista, diciéndole a otro pasante, otra vez, que la última película que había ido a ver al cine fue ET, inexplicablemente orgulloso de su ignorancia.
A un costado del portátil había una lista de teléfonos y direcciones de e-mails, en garabatos que solo él lograba descifrar si se ponía sus gafas. ¿A quién llamaría esta vez? “Yo puedo decir, entonces, que soy la voz terrenal de un dios con la cara de Rubén Rada, el cuerpo de Monserrat Caballé, que orina por la nariz y cuya función es salvar a la humanidad de una hipotética catástrofe nuclear que sucederá, pongamos, en 2057, como consecuencia del calentamiento global”. El café lo motivaba, pero la gastritis, el mal sueño, los cigarrillos. El café producía y desgastaba.
Esteban estaría ahora explicándole al pasante que en el diario hacía falta más investigación, que había que vender las noticias y que alguien seguramente le diría algo sobre que una vez mandó al franquero de Espectáculos a hacerle una entrevista a Puccini pero que, obviamente, era todo mentira. Y él ahí, en su casa, comenzando a sentirse extrañamente orgulloso de su artículo. “Algo de dinero para una decente campaña publicitaria y ya, en poco tiempo es muy probable que junte las primeras ovejas para mi rebaño. Hay gente para todo”.
Marcó por décima vez el mismo número, hasta que el pitido que anunciaba un descanso en el loop de una ópera digital, esta vez, lo comunicó con alguien muy ocupado. Sí, que no se acordaba de su nombre, ok, bueno, que podría ser, que le envíe un mail y que se lo contestaría a la brevedad.
Tras las persianas cerradas, un escalofrío apenas perceptible anunciaba el avance de la noche. La luz del tubo de neón seguía siendo la misma. Antes de terminar de preguntarse por qué los editores nunca respondían los e-mails lo atropelló otra duda peor. ¿A alguien le importaría que ese artículo nunca lograra escribirse?
Se recostó en el sofá y encendió el televisor. En las noticias impresas que circulaban bajo el mostrador del conductor, alcanzó a ver que en Miami acababan de condenar a Baption a 30 años de cárcel por terrorismo y atentado frustrado contra objetivos públicos. La idea original de su elocuente aventura de desvanecía por completo.
Apagó el aparato. En la taza de café, se sirvió lo que quedaba de una cerveza rancia y con la botella completó el collage voluminoso que decoraba la pared, hasta dejar en la absoluta penumbra a un rostro barbudo, de ojos vivaces y turbante blanco, un rostro amarillento y ajado por el polvo.
Antes de volver al sofá, tomó un cuaderno negro de tapas duras que descubrió entre cajas vacías de pizza, bebió un trago de cerveza y apoyó la taza sobre la lista garabateada. Tuvo que hacerse medianoche para que el goteo del líquido traspasara con éxito la base de cerámica y comenzara a corroer la tinta. Justo en ese momento, decidió dejar de mirarla y ponerse a escribir.

4 comments:

  1. Anonymous2:00 PM

    Maldita sea, Laureano, al igual que en tu epitafio, de nuevo veo que te empeñas en tejer a mano con nudos perfectamente trenzados. Sí, tu texto serviría como partitura ideal para hacer a mano un jersey tupido, con bordados imposibles, con cuello de barco. (delfín)

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  2. Anonymous11:33 AM

    Veo que esta crónica de un relato (en apariencia inverosímil o imposible) es la antesala de un artículo que desmiente el viejo tópico del periodísta como escritor frustrado. Y la metáfora de la trasnmutación de líquidos a medianoche hace de la alquimia, literatura; del periodista, un escritor. (Hernán)

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  4. Me gusta mucho el flujo mental del narrador y su tiempo asociado. Enhorabuena.

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