28.1.10

Elisa, anexa una nota a este relato (Karen Vinasco, Opción A)

Elisa, anexa una nota a este relato (Karen Vinasco. Opción A)

Las instrucciones anotadas en la puerta indican que si está caliente conviene mantenerla cerrada y aunque sospecho que es cobarde esperar mi muerte, los gritos que provienen del corredor agudizan el temor que intento mermar con una toalla empapada. No sé que espero dentro de este cuarto ya casi alcanzado por las llamas, este escondite tras la mirilla de la puerta me hace sentir menos vulnerable.

Recuerdo mis relatos, al escribirlos pensaba que en ellos se entendería lo que sutilmente escondí, pero ayer cuando otra lectora me felicitó por mi emocionante novela de amor, decidí agregar una nota al final de mis libros que revele las claves de lo que quise proclamar.

¡Amor mío!, si tan sólo hubiera entendido lo que tus ojos querían decirme, si tan sólo hubiera intentado comprender tu necesidad de afecto. El tiempo no me alcanzó para descifrar el cuento que escondían tus labios, ahora entiendo el significado de tu triste mirada, parada inerte frente a mi escritorio perdiste la esperanza de que yo te amara, sin saber que te lo repetí constantemente en el segundo nivel de la narración de mi vida.

Algunos lectores avanzados encontrarán las claves de mis novelas, preferirán guardarlas en secreto para no perder esa sensación de superioridad que da el entendimiento. Se ríen de quienes leen para entretenerse y en el fondo añoran un instante de diversión que no sea censurado por su ego. No lo saben, no han descifrado la clave de la vida modesta que vivieron sus madres, felices escucharon los relatos de sus abuelos, no en busca de significados, sino con la inocencia de quien vive a flor de piel una novela rosa y se deja llevar por la emoción sin ningún prejuicio, con el ánimo elemental de disfrutar la vida.

Así han sido las claves de tu amor, pequeñas, sencillas, como el día que te me echaste encima con la esperanza de que abandonara mi lectura para hacerte el amor, un gesto que enmascaraba tu sentimiento aun vivo, mi distancia, y tu fe en el amor eterno. Si te tuviera en frente te pediría que echaras mis novelas al fuego para entretenerlo mientras te tengo otro rato en mis brazos, las escribiría de nuevo, esta vez con una nota al final que explique el trasfondo. Que las disfrute quien quiera relajarse y que las descifre quien pueda hacerlo, pero si alguno de los que se entretuvo no se enteró que había que comprenderla, ¡bienvenido!, que para muchos he escrito esto, a ver cómo con una nota rapamos de las manos de unos pocos el conocimiento.

Ya nunca más me burlaré de ti en las noches cuando corres a ver tu novela después de prepararme amorosamente un chocolate caliente, pensaba que era sólo un chocolate, ya sé que no leí bien.

El fuego me alcanza, pon al final de cada uno de mis textos la explicación que te he hecho de ellos.
Este relato, si quieres, tómalo como mi más sentida carta de amor.

Querido lector,

Si cree que este relato se trata exclusivamente de una carta de amor, le recomiendo leer el texto anexo, si es un lector experto está en todo su derecho de interpretarlo, sin embargo no está de más el anexo pues soy escritora novata y no sé si he escrito lo que quiero.

Anexo:

Este relato habla de los autores que han escondido brillantes significados debajo de sus textos, trasfondos emocionantes que hubieran aportado sapiencia a cualquier lector. Sólo unos pocos los descifraron y de estos hubo algunos maestros que compartieron su conocimiento. Ese entendimiento pudo haber sacudido al mundo entero, hoy reposa en una elite y acrecienta su ego.

Pobre el erudito que no entiende el primer nivel de la vida, los símbolos que esconden las cosas simples con las que los ignorantes logramos una feliz existencia.

Pobre el buen escritor, soñó que muchos iban a entenderlo.

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